La medalla olímpica: promesa cumplida de Zambrano
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Perfil del medallista de plata de los 400 metros planos de Tokio 2020.
Cuando Anthony Zambrano sacó su último aliento y todo el potencial que exhibe en los remates de los 400 metros, sabía que le estaba entregando al país y a su madre Miladis Martínez, la medalla para la cual había vencido obstáculo tras obstáculo durante los últimos meses.
Sacó sus palabras del fondo del alma: “No fue mi mejor 100 pero saqué fuerza, valentía y demostré que lo podía hacer. El inglés me dijo uyyy por un poquito me gana y Kirani me dijo, otra vez me ganaste. Yo sigo demostrando que en la vida todo se puede con sacrificio, disciplina y amor. No defraudé a nadie”.
El Guajiro de Maicao, por cuyas venas corre sangre wayuu, no reparó en los otros cinco rivales que le tomaban ventaja al salir para la recta final y zancada da tras zancada, los fue devorando, sin contemplaciones, hasta llegar segundo y cruzar la raya detrás del corredor de Bahamas Steven Gardiner, actual campeón mundial en Doha 2019, que selló el oro, dejando la plata al colombiano hecho atleta en las pistas de Barranquilla.
Ni el granadino Kirani James, campeón olímpico de Londres 2012 y presea de plata en Rio de Janeiro 2016, pudo ante el empuje de Zambrano, que le remató en los 15 metros finales para tener el privilegio de ocupar el segundo cajón en la premiación de los 400 metros del atletismo olímpico.
Entonces se enfundó en la bandera de Colombia, extendió sus brazos al cielo, siguió corriendo y se tendió boca arriba sobre la pista de Tokio, el altar de su gloria, el que le había prometido a su madre y por el que trabajó incansable, superando barreras, con toda la energía en sus piernas, en el esfuerzo y esa furia incontenible que lo llevó primero a ser medallista de oro mundial en la categoría juvenil, después subcampeón del mundo y ahora subcampeón olímpico.
Y con todo el sentimiento y la nostalgia guardados en su corazón, recordó que desde los 10 años de edad, aprendió a ganarse la vida para darle una casa a su mamá, manejando bicitaxi, como ayudante de construcción y reciclador de chatarra.
Es la primera medalla de la velocidad olímpica en la rama masculina, 29 años después del logro conseguido por Ximena Restrepo en Barcelona 1992, bronce en la misma distancia.
En los últimos 80 metros las zapatillas doradas de Anthony volaron zancada tras zancada para superar a Kirani James, de Granada y Michael Cherry, de Estados Unidos, tercero y cuarto, respectivamente.
“Todas las medallas que he ganado son importantes para mí, para mi país, para mi madre. El otro jueves es su cumpleaños, esta medalla se la dedico a ella, todo lo hago por mi madre. Quiero salir adelante, quiero ser una buena persona, tener una estabilidad de vida y seguir dándola toda, entregando logros, éxitos y demostrando a las nuevas generaciones del deporte colombiano que sí se puede. Quiero ser un ejemplo para todo el país”. Así, aún jadeante, plasmó sus primeras impresiones a los medios después de la conquista
Fue la cuarta medalla para el país en los Juegos Olímpicos de Tokio, la número 33 en la historia del deporte nacional y la segunda de todos los tiempos en una pista atlética olímpica.
Este registro le aclara a Zambrano que ahora está en la élite no solo del país sino del mundo: “Sigo siendo ejemplo para las nuevas generaciones del atletismo colombiano. Este año he tenido obstáculos, lesiones, he llegado firme para batallar con las potencias del atletismo. Repito soy el segundo mejor en 400 metros. Después de Rio tuve una caída, una lesión que me imposibilitó continuar, hablaron mal de mí, pensaron miles de cosas malas, me dieron la espalda, siempre he sido guerrero y ahora vine a callarles la boca.”, sentenció, en tono muy apaciguado, la nueva flecha voladora del atletismo colombiano.
“Soy el segundo mejor del mundo en 400, con el subcampeonato mundial y ahora el subcampeonato olímpico, porque todo está en la mente y mi presión es el cronómetro, de resto no hay más…todos son seres humanos, con fuerza o sin ella, pero todos vamos por lo mismo y hay que seguir dando la batalla, ahora hacia París en 2024”, dijo el nuevo medallista olímpico.
Este 5 de agosto ya se convierte en histórico para el atletismo colombiano: En la misma fecha de 1992 Ximena Restrepo obtiene el bronce en los 400 metros de los Olímpicos de Barcelona y el 5 de agosto de 2016, Catherine Ibargüen se alza con la plata en Londres. Y para confirmar ese número fue el carril cinco que le correspondió en la competencia de este jueves.
Carrera ascendente
Registró 44,87 en la eliminatoria, la tercera mejor marca después de Michael Cherry, primero con 44,82, y de Isaac Makwala, con 44,86.
En la semifinal alcanzó los 43,93, que es nueva marca nacional y suramericana.
Su lucha empezó con sacrifico y dedicación por allá en las competencias intercolegiadas. Desde 2013 en institución educativa, María Cano, evidenció su velocidad hasta alcanzar el podio en 2015, mismo año cuando se ubicó séptimo en el Mundial de Menores de Cali y un año después subió al sexto en el Mundial Juvenil de Polonia.
Remontó una pausa de 3 años fuera de las pistas para llegar a los Panamericanos de Lima en 2019 y ganar su primer oro internacional, ratificando ese buen momento con la victoria en el relevo. Se apoderó de la medalla de plata en el Mundial de Doha y segundo en la Liga de Diamante y este año dominó la válida de Florencia en Italia.
El cupo para Tokio lo consiguió hace dos años, en el Meeting Résisprint en Chaux-de-Fons (Suiza), con un registro de 44 segundos 68 centésimas.
Al final exhibió con mucho orgullo, los símbolos que lo llevaron al triunfo: sus spikes que adora, colgados en el cuello, el tricolor colombiano en una mano y en el pecho, una placa con la dedicatoria de la medalla para su madre…una promesa cumplida.
Prensa Comité Olímpico Colombiano
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